Ante 17 mil personas, a la Lepra se le escapó la chance de sumar de a tres como local y posicionarse como único lider del torneo. Igualó 1 a 1 con Gimnasia de La Plata y los dos equipos lideran con 16 puntos. García y Pouso, los goles. Por Pablo Philippens
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Ante 17 mil personas, a la Lepra se le escapó la chance de sumar de a tres como local y posicionarse como único lider del torneo. Igualó 1 a 1 con Gimnasia de La Plata y los dos equipos lideran con 16 puntos. García y Pouso, los goles.
Como todos imaginaban, el primer tiempo se iba a jugar con los dientes apretados y aprovechando los errores del otro. Y así fue. Claro, cada uno tenía enfrente nada menos que al puntero del campeonato.
Después de algunas situaciones de riesgo en las inmediaciones de Monetti y Ayala, llegó el desahogo para Independiente. Walter García vio que había tiro libre para el Azul, cruzó toda la cancha, pidió la pelota, tomó carrera, esperó la orden de Pompei y sacó un derechazo bárbaro que se metió en el ángulo derecho de un Monetti que poco pudo hacer. Euforia.
Con el correr de los minutos y al haber sentido el golpe de efecto, el Lobo de Pedro Troglio adelantó sus líneas en busca de la igualdad. La Lepra no se metió atrás y propuso ritmo pero cometió un error. Y te los aprovecha el otro.
Omar Pouso cabeceó en soledad un centro desde la derecha y puso las cosas como estaban en un principio. Alegría en las 200 almas platenses. Floja salida de Ayala, que podría haber hecho un poco más.
La balanza de los 45 minutos iniciales dirá que el visitante fue un poco más que el local, aunque cada uno tuvo sus intentos, aciertos y yerros.
El comienzo de la etapa complementaria fue bastante discreto, por no decir aburrido. Los dos equipos sintieron el cansancio y llegaron las imprecisiones. Se abusó mucho de los pelotazos frontales y bajó el caudal de juego. De un lado y del otro, claro.
Así y todo siguió siendo más el Tripero, que exigió al arquero leproso en dos oportunidades: primero Cuevas y luego Oreja, que no supo aprovechar un mano a pie inmejorable.
Los técnicos sacudieron los bancos de suplentes y pusieron en cancha varios tubos de oxígeno. Del Bosco optó por Nanía, Pautasso y Sebastián Balsas, que empujaron el tren hacia adelante pero no lograron vencer la resistencia de la última línea platense, de buen partido.
Independiente iba a tener una clarísima –tal vez la mejor del partido- en la cabeza del ingresado Nanía. En tiempo agregado, el volante apareció como un fantasma, capturó un centro aislado y metió un testazo con evidente destino de gol. Se lució Monetti enviando la pelota de un manotazo al córner.
Y no hubo tiempo para más. Pompei, de buena labor, decretó el final del partido más caliente de la fecha. Lo bueno para el Azul: sigue en lo más alto de las posiciones, invicto y dejó una imagen de sacrificio ante uno de los máximos candidatos al ascenso.
La figura: Ariel Agüero - El más firme en Independiente. Bien por abajo, impasable por arriba y solidario para hacer los relevos. Cada vez más afianzado el zaguero Azul.
El árbitro: Juan Pablo Pompei – Bien, acertó más de lo que falló y controló el juego sin sobresaltos. Los asistentes Maidana y Lucero tuvieron una buena noche.
Concurrencia: 17 mil personas coparon el Bautista Gargantini. Y unos 200 hinchas Triperos alentaron a su equipo sin provocar desmanes.
Como todos imaginaban, el primer tiempo se iba a jugar con los dientes apretados y aprovechando los errores del otro. Y así fue. Claro, cada uno tenía enfrente nada menos que al puntero del campeonato.
Después de algunas situaciones de riesgo en las inmediaciones de Monetti y Ayala, llegó el desahogo para Independiente. Walter García vio que había tiro libre para el Azul, cruzó toda la cancha, pidió la pelota, tomó carrera, esperó la orden de Pompei y sacó un derechazo bárbaro que se metió en el ángulo derecho de un Monetti que poco pudo hacer. Euforia.
Con el correr de los minutos y al haber sentido el golpe de efecto, el Lobo de Pedro Troglio adelantó sus líneas en busca de la igualdad. La Lepra no se metió atrás y propuso ritmo pero cometió un error. Y te los aprovecha el otro.
Omar Pouso cabeceó en soledad un centro desde la derecha y puso las cosas como estaban en un principio. Alegría en las 200 almas platenses. Floja salida de Ayala, que podría haber hecho un poco más.
La balanza de los 45 minutos iniciales dirá que el visitante fue un poco más que el local, aunque cada uno tuvo sus intentos, aciertos y yerros.
El comienzo de la etapa complementaria fue bastante discreto, por no decir aburrido. Los dos equipos sintieron el cansancio y llegaron las imprecisiones. Se abusó mucho de los pelotazos frontales y bajó el caudal de juego. De un lado y del otro, claro.
Así y todo siguió siendo más el Tripero, que exigió al arquero leproso en dos oportunidades: primero Cuevas y luego Oreja, que no supo aprovechar un mano a pie inmejorable.
Los técnicos sacudieron los bancos de suplentes y pusieron en cancha varios tubos de oxígeno. Del Bosco optó por Nanía, Pautasso y Sebastián Balsas, que empujaron el tren hacia adelante pero no lograron vencer la resistencia de la última línea platense, de buen partido.
Independiente iba a tener una clarísima –tal vez la mejor del partido- en la cabeza del ingresado Nanía. En tiempo agregado, el volante apareció como un fantasma, capturó un centro aislado y metió un testazo con evidente destino de gol. Se lució Monetti enviando la pelota de un manotazo al córner.
Y no hubo tiempo para más. Pompei, de buena labor, decretó el final del partido más caliente de la fecha. Lo bueno para el Azul: sigue en lo más alto de las posiciones, invicto y dejó una imagen de sacrificio ante uno de los máximos candidatos al ascenso.
La figura: Ariel Agüero - El más firme en Independiente. Bien por abajo, impasable por arriba y solidario para hacer los relevos. Cada vez más afianzado el zaguero Azul.
El árbitro: Juan Pablo Pompei – Bien, acertó más de lo que falló y controló el juego sin sobresaltos. Los asistentes Maidana y Lucero tuvieron una buena noche.
Concurrencia: 17 mil personas coparon el Bautista Gargantini. Y unos 200 hinchas Triperos alentaron a su equipo sin provocar desmanes.